Para acabar este especial he elegido el cuento clásico de Pulgarcito escrit por Charles Perrault del cuál hay muchas versiones. De todas ellas quiero compartir la recogida por Joaquin Díaz de la cultura popular de Castilla y León.
Estos eran unos padres que tenían siete hijos, y uno era como el dedo del pulgar, y resulta que no tenían qué comer, porque era leñador su padre, y dice:
– ¿Vamos a ver morir los hijos? No quisiera verlos morir.
Y dice la mujer:
– Mira, mañana los llevaremos al bosque y allí les dejamos cuando estén entretenidos.
Y Pulgarcito lo oyó; y salió a la calle y se llenó los bolsillos de chinas, y al ir pa allá, pues fue echando las chinas po’l camino. Y según les dejaron sus padres, todos lloraban menos él.
– ¿Por qué lloráis?
– Porque se han marchado nuestros padres…
– No os apuréis, que yo os llevaré.
Y ya les llevó. Y llegaron a casa y estaban los padres:
– Ay, porque les habrán comido los lobos…
– No madre, que estamos aquí en la puerta.
Y ya volvieron a estar otra vez un poco de tiempo en casa. Pero dijeron los padres otra vez:
– Hay que llevarles más lejos.
Y les llevaron más lejos. Pero el niño ya no encontró chinitas, y el pan que les dio su padre pa marchar, pues lo fue regando po’l camino. Pero el pan se lo comieron los pájaros y ya no encontraron el camino. Entonces vieron una luz, era la casa del ogro, y se fueron allí. Y dice:
– Huy, nos refugie usté aquí.
– No, que ésta es la casa del ogro y se come a todos los niños que estén aquí.
– Pues nos oculte usté.
Y les ocultó debajo de la cama. Y llegó el ogro y dice:
– Me huele a carne fresca.
– Hombre, no te extrañe: hay tienes cordero, tienes lechazo…
– No, no; me huele a carne fresca.
Y ya, encontró a los niños.
– Mira, dámeles bien de cenar esta noche, que menuda cena con mis amigos ogros.
Y ya les dio bien de cenar. Pero Pulgarcito se fijó que tenían otros siete niños en la cama del lao y que tenían gorros de tela, y a ellos les pusieron gorros de papel. Entonces Pulgarcito se los cambió. Y a cierta hora de la noche se levantó el ogro, les palpó los gorros y a los que tenían el papel les mató. A la mujer le mandó que se levantara a prepararles, y cuando llegó vio que eran sus hijos.
– Ay, que has matado a nuestros hijos…
Entonces el ogro se levantó, se puso las botas de cien lenguas y se marchó a buscarles. Pero como era muy borracho, en medio del camino se echo a dormir, y estaba durmiendo cerca de los niños. Entonces Pulgarcito le quitó las botas y se las pusieron ellos. Y ya se marcharon. Y el rey se enteró que era un niño tan listo y le empleó en palacio. Y, colorín colorete, por la chimenea sale un cohete.
Bibliografía: Cuentos en castellano. Autor: Joaquín Díaz. Ediciones de la Torre.
Otras versiones: Almodóvar, 61; Cortés, 102; Perrault.
Hola Lili
Si se publicase hoy día un cuento similar, seguro que incumpliría alguna ley. 😀
Besitos
Seguramente, pero también hay que tener en cuenta que estos cuentos vienen de una tradición oral dónde la historia era utilizada para «educar» sobre aquello que NO se debía hacer.